Le dije adiós tantas veces que
llegó a ser una forma de no irme nunca.
Cada vez que decía adiós me retumbaba
la calma en los costados.
Porque no era adiós, era estoy aquí, era ven a
buscarme que sólo tú me encuentras.
Decirle adiós era comerle la boca a la
esperanza.
Era esperarle y perderla al mismo tiempo.
Adiós.
Adiós.
Adiós.
Perdí
la cuenta; dije adiós más veces de las que merecía, de las que podía soportar.
Decirle adiós fue atarme a su recuerdo en la cárcel del olvido.
Y a la vez
atarme al olvido en una cárcel de recuerdos.
Le dije adiós de tantas maneras.
Le dije adiós con tantos restos de 'ven ya' en la boca, que sólo se cumplió
cuando no lo pronuncié.
Acabé descubriendo que para que pudiera ser una
despedida, no tenía que dirigirme a su corazón sino al mío.
Adiós a mi, adiós a
mi contigo.
Adiós.
Hola! Me encantan los escritos, son preciosos, pero un poco dificiles de leer por los colores y tal
ResponderEliminarun beso!
Hola! Muchas gracias, aunque no todos son míos. Y tendré en cuenta lo que me has dicho :)
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