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domingo, 6 de marzo de 2016

Pequeña, eres revolución.

Estás demasiado gorda; deja de comer.
Estás demasiado delgada; ¿comes bien?
No te pongas la falda tan corta, pareces una puta.
¿Por qué siempre vas en pantalones? Pareces un tío.
No pienses demasiado alto,
no hables,
no bailes,
no folles.
Cruza las piernas cuando te sientes,
ponte tacones, eres bajita,
no digas tacos,
maquíllate un poco, tienes mala cara.
No te rías de esa forma,
no mires a los ojos,
píntate las uñas; no te las muerdas,
no te rompas las medias,
pórtate como una señorita,
se perfecta.
Ya está bien, joder. Soy mujer, no una muñeca de plástico a la que puedes manejar y modificar a tu antojo.
No, no soy una Barbie con menos curvas que cerebro,
ni una princesa que se pasa el santo día cantando y esperando a que llegue ese príncipe azul. Soy mujer, una mujer real. O al menos, mi mujer real.
De la que se levantan por las mañanas con los ojos llenos de legañas en busca del calcetín que se le perdió entre las sábanas, con el pelo tan despeinado que parece que hubiera desatado un huracán, la noche anterior. De las que come lo que le da la gana, aunque vosotros os empeñéis en joderle la autoestima,opinando innecesariamente de su peso como si fuerais expertos en nutrición. De las que se sienten guapas al mirarse al espejo, de las que no necesitan piernas kilométricas y se vale de sus pechos pequeños para sentirse toda una top model. De las que piensan y hablan tan alto que, a veces, no se dan cuenta del poder que tienen hasta que alguien las intenta callar una vez más.De las que plantan cara a un mundo que les apartó la mirada, de las que miran a los ojos y sacan la lengua a los niños que les ponen caras raras en un autobús, de las que hacen retumbar todo el bar cuando se ríen, de las que sonríen sin ningún motivo a sabiendas de que será etiquetada y juzgada como loca, estúpida o desequilibrada mental. Soy de esas mujeres que prefieren correr descalzas a casa antes que soportar unos tacones diez minutos más.
Soy una mujer y quiero ser mi mujer. No quiero tener que imitar los estereotipos y los cánones de belleza que alguien implantó en la sociedad creyendo ser los únicos que representan a un tipo de mujer ideal. No quiero seguir un pensamiento único de sumisión que el/la mismo/a idiota anterior, creó y es que aún no sé qué mierda se fumó cuando dijo eso del sexo débil y el sexo superior. No quiero ser lo que otros quieren que sea, es demasiado aburrido aparentar ser alguien que no eres. Y aunque a veces, traicione a mis principios cuando lloro cada vez que me llamáis puta por defender mis derechos, seguiré queriendo ser mujer, mi mujer. Una guerrera de un metro sesenta y cinco, una mujer imperfecta desde la cabeza hasta los pies.

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